Aquí sabemos de política

Una de las complejidades que trae consigo ser migrante es pensar en tu tierra evitando que la nostalgia nuble tu juicio, en especial si buscas aportar objetivamente en la recuperación de la libertad y democracia.

En mi caso, cuando tengo dificultades para escribir o reflexionar sobre Venezuela, tiendo a acudir a Mario Briceño Iragorry. Entre sus líneas siempre encuentro la inspiración necesaria en este esfuerzo de construir un mejor país. En esta oportunidad, antes de comenzar a escribir sobre la necesidad que tiene la oposición venezolana de replantear su estrategia, encontré unas anotaciones suyas bastante relevantes:

“Nos hemos limitado a mirar hacia el pasado para sentirnos satisfechos de lo que hicieron los muertos. Carecemos, en cambio, de una voluntad común para las cosas presentes. Tampoco nos hemos uniformado respecto a lo que debe ser Venezuela”.

Así rezan algunas líneas de su ensayo La Unidad de lo Diverso, donde destaca la falta de voluntad de los venezolanos para dialogar con nosotros mismos; en pocas palabras la falta de una idea de país que no solo nos permita construir un mejor mañana, sino un mejor presente.

Al momento que escribo estas líneas, el proceso de negociación entre representantes de la dictadura de Nicolás Maduro y la oposición venezolana se encuentra en suspenso. Ello, producto de un agravio de la situación humanitaria así como del estancado panorama político, resultado de los intentos del interinato por conducir una estrategia de transición democrática y la negativa del chavismo a dar cabida a una alternativa en el poder, cesar su persecución a la disidencia o incluso organizar unos comicios electorales con condiciones y estándares a la altura de un proceso democrático.

Venezuela, sigue en una carrera contrarreloj, desesperanzada y agotada del enfrentamiento político, buscando sortear las dificultades de una crisis humanitaria que parece no acabar. Al igual que entonces, es necesario que la ciudadanía sea consciente del importante rol que ha de desempeñar a fin de que la salida de esta encrucijada entre dictadura o libertad sea la más beneficiosa para el país.

Hoy más que nunca la oposición venezolana requiere de unidad de criterio y estrategia para hacer frente a las dificultades. La primera a través de un consenso democrático y la segunda a través de una idea país, pero ¿Cómo logramos entonces la tan anhelada unidad? ¿Cómo damos forma a una estrategia que nos permita conectar a la ciudadanía con su dirigencia y en especial que vuelva a creer que el cambio es posible?

Antes de entrar en detalles es preciso preguntarse ¿Por qué es necesario un cambio de estrategia? En palabras de Lawrence Freedman, que en el prólogo de su libro Estrategia, destaca una historia: “La estrategia se precisa cuando otros individuos pretenden frustrar los planes de uno porque tienen intereses y preocupaciones –seguramente opuestos- a los nuestros”.

En nuestro caso, aunque la respuesta a esta pregunta puede ser variada, su afirmación se debe en gran medida al cambio de criterio de la mayor parte de la oposición venezolana hacia la dictadura; una mirada que aunque hoy no es totalmente homogénea responde efectivamente a la creciente vocación totalitaria del chavismo y su reiterada persecución en contra de toda acción o sospecha que pueda poner en riesgo su estadía en el poder.

Resulta pertinente entonces para el liderazgo opositor idear otra ruta que conduzca a una transición democrática y sobre todo una en la que cada actor político se vea representado.

Para ello es preciso concentrarse antes en la consecución de tres puntos claves: recuperar la confianza de la ciudadanía, reconectar con los venezolanos dentro / fuera del país y aumentar la presión interna a fin de complementar los esfuerzos de la comunidad internacional.

A diferencia de la dictadura, cuya fuerza radica principalmente en el control del aparato represivo de las fuerzas del Estado, la fuerza de la oposición en Venezuela pasa por el apoyo y la organización de la ciudadanía como su principal herramienta, de allí que recuperar la confianza es crucial para toda estrategia que se quiera emprender. Para ello, la credibilidad de los actores políticos es un punto importante.

El ciudadano espera ver en su dirigencia un reflejo de sus aspiraciones e intereses. Un liderazgo que no brinde confianza no conseguirá respaldo, no inspirará a la movilización de sus electores y, en consecuencia, no podrá transformarse en un representante legítimo de la ciudadanía.

"Resulta pertinente entonces para el liderazgo opositor idear otra ruta que conduzca a una transición democrática"

Al problema de la confianza es importante endosarle el de la desconexión política. La complejidad que encierra el problema político en Venezuela ha mermado la capacidad de articulación de las fuerzas democráticas.

La escalada del conflicto a niveles geopolíticos aumentó la inacción de la ciudadanía a nivel nacional, pues pese a que se labraron grandes victorias, la imposibilidad de incidir en ellas le resto animosidad, las victorias no se sentían como propias y en consecuencia no se tradujeron en una presión moral y de facto hacia la Dictadura.

En un terreno tan alejado de su realidad, el ciudadano se transformó en un actor de segundo orden en una lucha donde debe prevalecer como protagonista.

Reconectar con el ciudadano es crucial para las fuerzas de la oposición venezolana. Se trata de volver a situar a la ciudadanía en el centro de la estrategia y de hacerla indispensable en la lucha política.

En este desafío de volver a reconectar con la ciudadanía, el liderazgo opositor tiene otra tarea crucial: organizar al exilio. En este proceso de recuperar la confianza y credibilidad, es preciso tejer un puente entre los venezolanos dentro y fuera del territorio nacional, hacerlos parte de una nueva estrategia, recordarles que aún lejos son actores importantes.

" Un liderazgo que no brinde confianza no conseguirá respaldo, no inspirará a la movilización de sus electores y, en consecuencia, no podrá transformarse en un representante legítimo de la ciudadanía".

Con más de 6 millones de venezolanos a lo largo y ancho del mundo, es clave transformar al éxodo en una voz viviente de las atrocidades de la Dictadura y de la crisis humanitaria. El exilio hoy es un activo valioso para garantizar una transición democrática.

Una vez recuperada la confianza y reconectado con la ciudadanía, la oposición necesita compaginar su estrategia local con los esfuerzos de la comunidad internacional para la consecución de una transición democrática. Ambas estrategias han demostrado ser insuficientes si marchan por sí solas pero han conseguido importantes resultados cuando marchan de la mano.

Entendiendo esto y trabajado estos puntos, es conveniente preguntarse ¿Qué estrategia podría aglomerar todos los elementos antes mencionados? Pienso que una idea país.

¿Cómo la idea de pensar en conjunto una nueva Venezuela puede dar paso a una estrategia efectiva para la transición democrática? Responder esa pregunta pasa por recordar nuevamente a Lawrence Freedman y su consideración acerca del porqué el concepto de estrategia está estrechamente ligado a la política.

“Así pues, el territorio de la estrategia es la negociación y la persuasión, al igual que las amenazas y la presión, se recurre tanto a los efectos psicológicos como a los físicos, y a las palabras como a los hechos. Esta es la razón por la que la estrategia es el arte esencial de la política. Y se trata de conseguir de una situación concreta más de lo que el equilibrio inicial de fuerzas podría sugerir. Es el arte de crear poder”.

"Reconectar con el ciudadano es crucial para las fuerzas de la oposición venezolana"

La política como arte de lo posible es un espacio de encuentro para la ciudadanía y pese a la mala fama que se le acuña es una actividad inherente de la interacción humana. Entendiendo esto y la dramática situación en Venezuela resulta pertinente hacer de la unidad más que palabras, dar forma a una idea de país que nos una, (en especial a quienes apuestan por una transición democrática) con las que todos se identifiquen y permitan coordinar un abanico de acciones bajo una estrategia en común. En pocas palabras: una estrategia donde las tácticas se complementen entre sí y no impidan u obstaculicen el cumplimiento del objetivo: libertad.

Para lograrlo, en palabras de Mario Briceño Iragorry hay que dialogar con el pueblo. Conversar con los ciudadanos. No esquivar la mirada hacia nuestra historia, aprender de nuestros errores y no fabricar excusas. Hoy más que nunca los venezolanos reclaman responsabilidad. Así lo expresa el autor en su ensayo La Unidad de lo Diverso:

“Dialogar con el pueblo es tomar su propia voz y hacer sentir la angustia que vive en su multánime conciencia. Unos lo hacen de una manera. Otros lo hacen de otra. De diversos modos se llega al mismo fin. Hay quienes se valen de la tribuna diserta. Otros laboran a la voz callada. Algunos toman por instrumento idóneo el verso sonoro” (Pág. 554).

"El exilio hoy es un activo valioso para garantizar una transición democrática

Entender que las diferencias, hoy profundas a raíz de nuestra crisis humanitaria, puede ayudarnos a construir un mejor país es crucial para emprender esta estrategia. Una sociedad se construye sobre las semejanzas de sus pares y se nutre de sus diferencias. Eso lo entendía muy bien Mario Briceño Iragorry y es importante volver a comprenderlo hoy.

Esta idea país no solamente debe ser expresada a través de la ciudadanía a través de su visión cultural, social e incluso económica de una Venezuela libre y democrática, en la que se  vean reflejadas sus expectativas; esta idea también debe transformarse en una herramienta política que devuelva la expectativa de cambio e impulse la transición democrática.

Como bien recoge el informe perspectivas Politiks II – 2021, si la coalición opositora desea tener éxito “debe mezclar la presión internacional con la movilización interna y, a esta última, darle una adecuada conducción política”. La oposición venezolana debe coordinar estratégicamente todas iniciativas y herramientas posibles, para ello se debe construir una narrativa que aglomere a todos los actores políticos interesados al tiempo que los coordine para no entorpecer la consecución del objetivo.

Lo mejor que puede hacer la oposición frente a la dictadura es entorpecer, dificultar y estar preparada para asumir el control del Estado ante una crisis o ruptura que abra la posibilidad de sustituir al poder de facto que hoy detenta el chavismo. Resistencia y acción en cada espacio sin perder de vista el objetivo, pero para ello es preciso recordar que la unidad debe ser más que palabras.

"Se debe construir una narrativa que aglomere a todos los actores políticos interesados"

Hoy más que nunca la ciudadanía necesita volver a creer en sí misma, en su país, en su liderazgo por eso es crucial dar forma a una idea país de la cual el venezolano se sienta parte y esté dispuesto a materializarla. El ciudadano debe volver al centro de la estrategia política.

Por último y antes de finalizar me permito citar una vez más a Mario Briceño Iragorry, quién en pocas palabras recoge la fuerza e importancia de las ideas para la Libertad de Venezuela: “Carabobo aseguró la independencia de la Patria, pero a Carabobo no hubieran llegado los ejércitos si no les hubieran marcado camino las palabras ilusionadas de los ideólogos”.

Verso y acción nos aseguraran el cambio que queremos.

Referencias bibliográficas:

Briceño Iragorry M. Mensaje con destino, Antología. Editorial: Fundación Bancaribe. Caracas, Venezuela.

Freedman, Lawrence (2013). Strategy: A History. Oxford: Oxford University Press

Politiks (2021). Informe perspectivas II. [ Disponible en: https://bit.ly/PolitiksPerspectivas2021 ]

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