Aquí sabemos de política

“Estoy cansado de la política”, es una frase que escucho con frecuencia entre mis amigos cuando sale algún tema que la involucra directamente. Todos estos años de desencantos y decepciones han traído como consecuencia un profundo y generalizado rechazo a la política. El gran reto es cómo hacemos para reconectar la política con la ciudadanía.

Hay un camino fácil: la antipolítica. Hoy en Venezuela, los argumentos de descrédito (muchas veces merecidos) contra los políticos y la política no consiguen adversarios. Incluso, algunos políticos han incursionado en ese discurso porque, en el corto plazo, les ha resultado rentable. Sin embargo, es una ruta peligrosa que debilita la confianza en los partidos, en el liderazgo y, más grave aún, en la esperanza de cambio. La práctica del discurso de la antipolítica cada día es más frecuente en líderes de oposición. Probablemente no miden el alcance de su efecto devastador para todo el sistema político.

¿Qué tal si reemplazamos este crecimiento desbordado de la antipolítica por el ejercicio de “la buena política”?. Antes de continuar, hay que reconocer que tiene sus desventajas; es lenta, no funciona tomando atajos y los resultados se ven en el largo plazo. En algunos casos, incluso puede resultar impopular porque no se trata de buscar el discurso fácil que la gente quiere escuchar, sino estructurarlo con responsabilidad con lo que  es correcto.

La buena política puede ser muy amplia, pero en este primer artículo quisiera comentar tres características que considero fundamentales y su verdadera esencia. La buena política es honesta, cercana y útil.

La buena política se hace desde la honestidad. Rinde cuentas y es transparente. Pero sobre todo se hace desde el corazón, por convicción y por vocación. Esto se refleja en la coherencia de los buenos políticos; coherencia entre su palabra y sus acciones, coherencia con su vida.

La buena política también es cercana, porque se planifica desde las comunidades y con la gente. No existe una buena política desde un despacho, a distancia ni con reportes hechos por emisarios. La buena política se construye en la calle a partir de una lectura real de las necesidades de la gente.  

Por último, la mayor aspiración de la buena política es ser útil para el ciudadano. Ser útil en la lucha por los derechos de la gente, ser útil en la búsqueda de soluciones a los problemas de las comunidades. Ser útil para mejorar la calidad de vida a los vecinos.

Pensar en la buena política me hace recordar esa frase de Gandhi “No hay camino para la paz, la paz es el camino”. La meta de la “buena política” es el recorrido para hacerla real, sumar buenos ciudadanos que crean y formen parte del proceso y lograr que cada día sean más los políticos en Venezuela que se comprometan con hacerla posible.

Estamos armando un equipo de “La buena política”, para construir este proyecto para Chacao, Miranda y Venezuela. Contamos contigo.

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