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Llegamos a 2022. El país político pasó de la decepción del 21 de noviembre de 2021 al entusiasmo por la victoria en Barinas. Un tema se ha instalado en la conversación cotidiana de la ciudadanía: el referéndum revocatorio.

Para algunos, es una herramienta de cambio que busca aprovechar el impulso de la victoria en Barinas para desafiar al chavismo. Para otros, es una trampa de la dictadura que busca capitalizar el cortoplacismo estratégico que caracteriza a la oposición venezolana. Los primeros proponen salir de Maduro ya; los otros dicen que hay que esperar hasta 2024.

¿Es matemáticamente posible activar -y ganar- un referéndum revocatorio? ¿Cuáles son sus principales obstáculos? ¿Tiene la oposición venezolana la fuerza para activarlo? ¿Cómo queda Guaidó en este escenario?

Para dar respuesta a estas interrogantes, conversamos con el exgobernador del Táchira, César Pérez Vivas, quién dirige, junto al politólogo Nicmer Evans, el Movimiento Venezolano por el Referéndum Revocatorio (MOVER), una de las iniciativas aceptadas por el CNE para promover el proceso.

La entrevista fue editada por motivos de extensión y para mejorar la experiencia de lectura.

Hablemos sobre el revocatorio. En 2004, el chavismo dilató el proceso hasta que los números le dieron para ganarlo. En 2016, lo suspendió por medio de tribunales regionales. ¿Por qué cree que en 2022 será distinto?

Ya en esta fecha podemos decir que el proceso es distinto. Los acontecimientos desarrollados nos están demostrando que estamos en un marco político diferente y que además, obviamente, van a cambiar las reglas sobre las cuales se está tramitando este derecho establecido en la constitución.

En el 2004, la estrategia del señor Hugo Chávez fue ganar tiempo para lograr un apoyo en las urnas. Es decir, la estrategia fue llevar hasta la última fecha posible, como efectivamente ocurrió, la celebración del referéndum.

En consecuencia, al obtener más votos él terminó siendo ratificado. De hecho, Chávez lo llamaba referéndum ratificatorio. Cuando su nombre, y cuando el espíritu y propósito del texto era revocarlo. Al obtener más votos, se legitimó en ese proceso del 2004.

En el 2016, el señor Nicolás Maduro y la cúpula gobernante, conscientes de que la sociedad democrática había superado los graves obstáculos de la primera etapa, referente a la validación de la entidad convocante y la recolección del 1% de las manifestaciones de voluntad, en medio de tantos obstáculos colocados, porque fue muy estrecho el espacio institucional, los lugares para la ratificación de esas firmas, la oposición logró pasar esa prueba, se apeló a unos tribunales de provincia a los fines de paralizar el proceso.

En este momento, ya esa primera etapa fue suprimida. Eso diferencia el proceso de aquel del 2016. En este caso, vamos directo a la recolección de manifestaciones de voluntad para convocar el referéndum.

Esto no quiere decir que no haya riesgos. Hay muchos riesgos. Estamos frente a una situación en la cual no hay garantías ni seguridad jurídica. En consecuencia, siempre pueden surgir imponderables.

No obstante, el referéndum revocatorio es una ventana, un camino por el cual tenemos que transitar con el firme propósito de llegar hasta el objetivo, conscientes de que pueden colocar obstáculos en el camino para tratar de detenernos.

Aquí partimos de un tema clave. Si no intentamos transitar el camino, mucho menos vamos a lograr el objetivo. Nosotros somos totalmente partidarios de avanzar todo lo que podamos fundados en la voluntad ciudadana y en los principios de la constitución.

Según el CNE, la oposición democrática y la oposición a la medida de Maduro sacaron 4,1 millones de votos en las elecciones regionales. Para activar el revocatorio, se necesitan 4,2 millones de firmas. ¿Tiene la oposición la suficiente fuerza para conseguir estas firmas?

Nosotros confiamos en la ciudadanía. Si bien conocemos las debilidades que tiene la oposición, la división impuesta por el régimen, también tenemos que llamar la atención que cuando se trata de procesos presidenciales la participación se incrementa en Venezuela.

Es conveniente también tener conciencia de que en esa elección regional del 21 de noviembre, la división generó más abstención. Hubo muchos venezolanos que no fueron a votar por la división, otros por desconfianza en el proceso electoral o porque sencilla o llanamente consideran que una gobernación o una alcaldía no resuelve el problema nacional.

Nosotros pensamos que tratándose de la institución presidencial muchos más venezolanos irán a participar. Por supuesto que es un reto, un desafío, lograr las 4 millones 200 mil firmas para activar el referéndum. A la consecución de ese objetivo estamos dedicados, tratando de animar a toda la sociedad política, a toda la sociedad democrática, a los gremios, sindicatos, iglesias y partidos políticos.

En todas estas gestiones estamos motivando y convocando a todos los venezolanos de cualquier partido o independientes a los fines de garantizar que podamos llegar a los 4 millones 200 mil firmas.

Hay quiénes se plantean, por supuesto, la situación respecto de las consecuencias de no lograrlo. El pueblo se va a frustrar, que la gente no va a participar. Una nación que quiere cambiar un régimen, que quiere liberarse de un régimen y no está dispuesta a dar una lucha por temor a que no la va a ganar, entonces jamás lo hará. Porque siempre va a tener el obstáculo o la duda de si puede o no lograr el objetivo.

Si los amigos de Barinas se hubiesen puesto a pensar en todos los obstáculos que se iban a presentar: un gobierno desplegado, una ocupación casi militar del Estado, un despliegue de recursos nunca visto, y eso los hubiese llevado a desistir de la posibilidad de ganar nuevamente el proceso, pues no lo hubiesen hecho y se hubiese instalado allá el señor Arreaza.

Sin embargo, la firme determinación de ir y superar todos los obstáculos los llevó a una victoria mucho más clara en esa segunda oportunidad. Lo importante es mantener firme la voluntad, el foco y lograr la mayor participación para conseguir la convocatoria de las 4 millones 2 mil firmas.

Si se logra activar el revocatorio, considerando que de los 6 millones de venezolanos fuera del país solo 100 mil están inscritos para votar, ¿puede la oposición superar los 6.245.862 de votos para revocar a Maduro?

Ese es el desafío y esa es la lucha política. Para eso estamos los actores, los dirigentes. Para promover ese objetivo.

En el año 2013, cuando murió el señor Hugo Chávez, el país estaba desmoralizado. Había ganado moribundo y enfermo el señor Chávez la elección [en 2012], había perdido Henrique Capriles esa votación. Los ciudadanos estaban totalmente desanimados.

El país, según las encuestas de opinión pública, estaba dividido una mitad a favor del gobierno y una mitad a favor de la oposición. Cuando se repitió la elección, en menos de 15 días la diferencia para elegir a Maduro fue del 0,5%. Cuando la gente vio que había nuevamente la oportunidad de elegir a un presidente, los que deseábamos un cambio en Venezuela fuimos a votar.

En Venezuela, en este momento, el 80% de los ciudadanos quieren un cambio. El 80% rechaza la presencia de Nicolás Maduro en Miraflores. De modo que ahí hay un espacio suficiente para lograr los 7 millones de votos que sería nuestra gran meta.

Los venezolanos en el exterior tienen derecho a participar y nosotros estamos exigiendo que se les garantice ese derecho.

En una estadística fría, en Venezuela habrían suficientes electores para lograr el objetivo. Eso va a depender, por supuesto, de lo que toda la sociedad, partidos, sindicatos, gremios y demás organizaciones de la sociedad civil hagan para lograr el objetivo.

Cuando uno va a una lucha político-electoral, tiene que plantearse estos desafíos. Si esperamos tener todo seguro, nunca iríamos a ninguna contienda. Si para uno ir a una contienda electoral tiene que tener amarrada la victoria, nunca participaría en ninguna elección.

En toda lucha político-electoral, hay riesgos. Nosotros tenemos que asumirlos si queremos el cambio.

En el pasado, el CNE se ha encargado de poner trabas al revocatorio. En esta oportunidad, aprobó con celeridad las tres solicitudes para activar el proceso. ¿A qué se debe esta inusual rapidez? ¿Es esta la prueba -como sugieren algunos analistas- de que el revocatorio es una trampa del chavismo?

Todos podemos tener hipótesis sobre cuál fue la motivación de la inusual rapidez del chavismo.

Ciertamente, no se caracterizan los organismos del Poder Público en el Estado Socialista por ser eficaces, por responder rápidamente las peticiones ciudadanas. De hecho, nosotros habíamos presentado cuatro solicitudes al Consejo Nacional Electoral durante el año 2021 y ninguna fue respondida. Es decir, se nos violó el derecho de petición y las normas consagradas en la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.

Sin embargo, en esta oportunidad de inmediato fue admitido el trámite e incorporaron a dos nuevos movimientos ciudadanos como promotores. Obviamente que esto genera suspicacia.

Si desde el lado oficialista se busca complicar, enredar el proceso, nuestro deber es persistir. Nuestro deber es estar atentos al desarrollo del cronograma porque en cualquier momento surgen imponderables que solo estando en la lucha se pueden superar.

Nosotros no le podemos decir al país que esto es un proceso impecable o que estamos seguros de lo que va a pasar, porque estamos en un Estado donde cambian las reglas del juego en minutos.

De hecho, nosotros nos presentamos el día 10 de enero con nuestro primer escrito, bajo la orientación de un régimen jurídico vigente, como es la Ley de Infodatos, y, sin embargo, en la primera decisión dejaron sin efecto el primer capítulo del reglamento que establecía la recaudación del 1%.

A nosotros esto nos parece positivo porque nos ahorra tiempo y esfuerzo, pero obviamente que no podemos resolver todos los temas ni estar seguros de que no vamos a tener imponderables en el camino.

Analistas sugieren que el revocatorio es una estrategia cortoplacista. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Tenemos 21 años. Si a la gente le parece que 21 años de presencia del Estado socialista no son suficientes y hay que esperar hasta 2024, a los que piensan de esta manera les deberíamos preguntar si están seguros que en 2024 no van a haber imponderables, si están seguros que en 2024 no va a haber más inhabilitaciones o no van a surgir candidatos presos como en Nicaragua.

Esta es una ventana que se está abriendo ahora y nosotros consideramos que es necesario aprovecharla. Dice un viejo refrán que la peor diligencia es la que no se hace. Si no se logra el objetivo porque el régimen lo para con un tribunal como ocurrió en 2016 o inventa otro mecanismo para obstruirlo, o los ciudadanos deciden no concurrir, pues ya llegará el 2024 y nos prepararemos para esta cita.

¿Por qué renunciar a un derecho que tenemos? ¿Por qué renunciar a esta oportunidad? Debemos quitarnos de encima ese complejo de que nos vamos a frustrar porque no logremos el objetivo. Aquí hay que luchar. La lucha es permanente. La lucha genera éxitos y reveses.

¿Cómo cree que va a influir la reciente victoria en Barinas en la movilización de la ciudadanía para el revocatorio?

Sin lugar a dudas, el resultado favorable de Barinas para la oposición venezolana es como un viento de cola. Obviamente, no podemos extrapolar ese hecho a todo el país. No podemos considerar que el resultado de Barinas por sí solo nos resuelve el tema.

Lo que sí demuestra Barinas es que si se mantiene una línea de perseverancia y de asistencia a la convocatoria de los procesos electorales se pueden conseguir objetivos.

Aquí todos los sectores que critican la participación en estas luchas consideraban que no se debería continuar en Barinas, que para qué íbamos a repetir esas elecciones, que, en todo caso, nos iban a impedir lograr el objetivo, que iban a manipular los resultados. Y sin embargo, la constancia de los ciudadanos y de los dirigentes de Barinas permitió lograr un resultado positivo.

Hay una alta probabilidad de que el chavismo desactive este proceso cuando se sienta amenazado. ¿Qué debería hacer la oposición si esto ocurre? ¿Cuál es el Plan B?

El plan B es continuar la lucha. Nosotros no tenemos un plan B de ir a la guerra, porque nosotros somos ciudadanos. Nosotros no tenemos soluciones de fuerza. Nuestra posibilidad de lucha sigue siendo en el campo de la política.

La dinámica política va dando sorpresas, va generando cambios. No es lo mismo el gobierno de Maduro hoy que el de 2016. No es la misma situación del país hoy que la de 2016.

En la dinámica de la política se van produciendo situaciones que de momento pueden generar un cambio y a ese cambio es que estamos nosotros apostando. A esos cambios que se producen en la sociedad. Y sobre todo, repito, apegarnos a la constitución.

Porque Maduro se autoproclama presidente constitucional. A cada momento dice: “Todo dentro de la constitución, nada fuera de la constitución”. Bueno, estamos exigiendo a Maduro que se constitucionalice. Y a los Poderes Públicos el llamado es simple: “Respeten los derechos consagrados en la constitución”. Nosotros estamos jugando dentro de las reglas de la constitución.

¿Cómo queda el gobierno interino con esta propuesta de revocatorio? ¿Cómo es que se piensa revocar a Maduro, si Guaidó afirma ser el presidente encargado del país?

Guaidó es el presidente interino, de acuerdo con una decisión de la Asamblea Nacional del 2015. Precisamente, para que el interinato termine debe terminar también lo que se define como el gobierno usurpador.

Si bien es cierto que nosotros consideramos a Maduro un presidente ilegítimo, Maduro se considera a su vez presidente legítimo. Nadie va a sacar a Maduro y a su partido de su tesis según la cual él es el presidente constitucional. Y nadie va a quitarle de la mente y de la convicción a los sectores de la oposición de que Maduro no lo es, y que hay un presidente interino.

Lo que no hay duda, lo que todo el mundo reconoce, es que Maduro está en Miraflores. Siendo él el que alega ser un presidente constitucional, pues nos corresponde a nosotros usar las reglas de la propia constitución, los derechos consagrados en la constitución, para desalojarlo del poder.

Una vez que se logre el objetivo de revocar a Maduro, se termina la usurpación y, por lo tanto, termina el interinato. Se instalará un gobierno elegido por el pueblo y comenzará un proceso de reinstitucionalización del país.

A mi modo de ver, al que más le conviene que termine el mandato de Maduro es al propio Guaidó. Porque si bien es cierto que él es, desde el punto de vista constitucional, un presidente interino, desde la realidad objetiva, está claro que no está en Miraflores y no tiene el control del país.

En el territorio nacional, el poder lo tiene Nicolás Maduro. A partir del realismo político, tenemos que actuar. En consecuencia, debemos promover y aprovechar el referéndum para resolver esta crisis política.

Analistas han afirmado que sin un acuerdo político previo no habrá revocatorio. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cómo lograr un acuerdo político estando paralizada la negociación en México?

Lo ideal sería un acuerdo. Pero ya, de alguna manera, hay una base de acuerdo. Se firmó un documento en México, una especie de acta de intención donde se establece claramente unas condiciones, unos elementos básicos con los cuales tramitar todo el tema de la crisis política.

En uno de los apartados de ese documento firmado entre el gobierno y la oposición [memorando de entendimiento de 2021], se establece que el gobierno se compromete a garantizar las condiciones con las cuales se va a tramitar todos los procesos electorales previstos en la constitución. Este punto es demasiado importante. De ahí, debe agarrarse la oposición para salir adelante.

Textualmente dice lo siguiente: “Dispuestos a acordar las condiciones necesarias para que se lleven a cabo los procesos electorales consagrados en la constitución, con todas las garantías”.

El gobierno se comprometió a esto en México. Dar esas garantías mínimas eso es un deber del gobierno.

¿Es usted optimista con respecto a la libertad de Venezuela?

Siempre soy optimista, lo cual no quiere decir que sea iluso, lo cual no quiere decir que no sea realista.

Soy optimista porque tengo profunda fe en la lucha democrática del pueblo venezolano. Porque he podido apreciar todos los sacrificios hechos por nuestro pueblo y nuestros dirigentes, más allá de los errores, más allá de las traiciones que hemos tenido.

Tenemos un pueblo que ama la libertad. Mientras este pueblo tenga disposición y voluntad para conseguir la libertad, podremos alcanzarla.

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