Aquí sabemos de política

Para el fin de este año 2022 aparecieron terribles espíritus de la navidad venezolana, al estilo de Charles Dickens y uno de ellos ensombrece el futuro de la lucha por la causa democrática.

Estas últimas semanas, los miembros de los partidos de Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Movimiento por Venezuela quienes conforman la Asamblea Nacional del 2015, impulsaron la eliminación del gobierno encargado, ejercido por Juan Guaidó.

El espectáculo político de canibalización que se ha generado entre las distintas facciones, sin respeto a la población, han dejado un mal sabor de boca y mal augurio para el futuro de quienes deseamos un cambio político real en el país.

Sin embargo, el objetivo de este escrito es entender el por qué durante tantos años, las mismas personas, los mismos dirigentes, los mismos partidos cometen y siguen cometiendo los mismos errores.

El ciudadano de a pie, se pregunta ¿cómo, si han pasado más de 20 años entre el chavismo y madurismo, no se ha aprendido de las mismas equivocaciones? ¿Por qué son cada vez más notables las fracturas y divisiones entre la oposición democrática?

Guerra de todos contra todos

La política la hacen personas que están llenas de intereses, prejuicios y pasiones—como el resto de los mortales. Por lo tanto, ¿cuáles son las reacciones naturales de las personas?

En este sentido, hay que profundizar en la naturaleza o condición del ser humano y lo que ocurre cuando no hay mecanismos, instituciones ni autoridad para resolver conflictos.

Para Thomas Hobbes, la lucha en su estado más primitivo tiene tres causas: la competencia, que hace combatir a los hombres por el beneficio; la desconfianza, que les hace combatir por la seguridad; la gloria, que les hace combatir por la reputación.

Esta forma de actuar, natural en el ser humano, se traslada a la forma de hacer política, y, en el caso que nos ocupa, en los partidos políticos, cuyo propósito es alcanzar el poder por vías institucionales.

Este propósito de los partidos políticos, para poder tener vigencia en la práctica, debe darse en un entorno democrático y con un Estado de derecho que garantice la libertad de asociación, la posibilidad de que esos individuos y su organización expresen sus criterios en la esfera pública y el reconocimiento de la legitimidad de su existencia y acción.

Cuando estas condiciones no están dadas, estas agrupaciones van perdiendo opciones de alcanzar el poder y, por ende, la naturaleza de su origen se ve limitada, aflorando así las pasiones más primitivas del sentido de lucha antes explicado.  

Durante estas dos décadas de chavismo, las organizaciones políticas han tenido que enfrentar represiones, violencia y sobornos. Todos los acuerdos que mantenían en paz las relaciones entre los actores de una sociedad se rompieron, dejando un ambiente hostil que va deformando la forma de actuar de los partidos, nublando su juicio y, de alguna manera, limitando el uso de la razón.

Todo esto forma un caldo de cultivo en donde todas las agrupaciones se sienten en igualdad de conseguir y de representar al país, ya que ninguno tiene la forma de justificar que tiene mayor derecho para hacerlo y de reclamar para así legitimidad.

"La búsqueda de poder actúa como un agujero negro que deforma el espacio que lo rodea"

Esta coyuntura provoca que, a pesar de que la población esté en contra del grupo que gobierna de facto y que la mayoría de las toldas políticas sean contrarias al grupo que tiene el control del poder, no haya una ruta ni un liderazgo o grupo de líderes que aglomere a todos esos actores y provoque un desplazamiento de quienes ostentan el dominio del Estado.

Es decir, que aunque haya una gran multitud de actores dispuestos a democratizar al país, si sus acuerdos están dirigidos según sus particulares juicios y apetitos, no puede esperarse de ellos defensa, ni protección contra un enemigo común, porque quienes componen a esa multitud, no se ayudan, sino que se obstaculizan mutuamente.

Esa oposición mutua reduce su fuerza a la nada. Por lo tanto, fácilmente son sometidos por unos pocos que estén bajo acuerdos básicos de coexistencia.

Atrapados en un agujero negro

A esto quisiera agregar otra condición que se ve reforzada por el contexto anteriormente explicado: los humanos pensamos en grupo. Ningún individuo sabe todo lo necesario para hacer cualquier cosa, es decir, que para realizar una determinada tarea, es necesario que varias personas con diferentes habilidades se junten. Sin embargo, vivimos en lo que Steven Sloman y Philip Fernbach han denominado "la ilusión del conocimiento".

Creemos que sabemos muchas cosas, aunque individualmente sabemos muy poco, porque tratamos el conocimiento que se halla en la mente de los demás como si fuera propio. Esta ilusión hace que la gente rara vez sea consciente de su ignorancia porque se cierran en su tribu que alberga ideas parecidas y sus creencias se ven reforzadas sin cesar y apenas son cuestionadas.

"Es necesario escapar del agujero negro"

El pensamiento de grupo y la ignorancia individual nos afecta a todos, incluyendo a las élites, y en este caso particular, a los miembros de los partidos políticos y los dirigentes de oposición. Puede que tengan gran cantidad de asesores, pero no por eso tienen un mayor acercamiento a la verdad por este mismo sesgo de autoconfirmación.

La mayoría de los dirigentes políticos –sobre todo en un contexto como el venezolano, donde la desconfianza, la volatilidad de la realidad, la persecución y un largo etcétera– pasan su vida en tareas que no les permiten ver más allá del piso que está bajo sus pies.

También, los mismos actores han liderado la oposición venezolana durante más de 20 años. Inevitablemente, la realidad se distorsiona ante sus ojos. Esto puede tener muchas explicaciones, pero, en este caso, la oposición no tiene poder real para transformar la realidad, pero sí tiene el manto de estar cerca de alguna cuota de poder.

Por ende,  la desconfianza, que les hace combatir por la seguridad hace que todos aquellas personas con los que hablen o interactúen, sentirán que tienen motivaciones secretas conscientes e inconscientes, incluso motivaciones represivas y violentas, de modo que confiar nunca estará entre las opciones y si no se puede confiar en quien está a tu alrededor, todo lo que se te diga, aunque sea verdad, no podrá ser considerado como tal, lo cual va distorsionando la percepción que tienen sobre las cosas.

La búsqueda de poder actúa como un agujero negro que deforma el espacio que lo rodea. Con estos argumentos no quiero justificar el actuar de los líderes que esperan democratizar y gobernar el país; solo es una mirada de quien desde afuera quiere entender sus acciones para poder romper con quienes nos han demostrado, año tras año, que no han podido acabar el ciclo que nos mantiene sin salida.

Si realmente queremos acercarnos a la verdad y a la unión que tanto necesitamos, es necesario escapar del agujero negro y quedarnos en la periferia. Cualquier conocimiento y movimiento hacia el cambio que queremos no puede partir desde adentro de este gran hoyo.

Desde allí, ya hay un conocimiento construido y una forma de ver las cosas de los cuales es difícil escapar y que no permite que se piense de forma creativa. Solo causará que sigamos dando vueltas en un mismo laberinto sin salida.

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