Aquí sabemos de política

Para el filósofo José Ortega y Gasset en el hoy hacen vida tres tiempos distintos porque en el presente conviven generaciones con visiones de actuar y pensar totalmente diferentes. Sin embargo, para el filósofo español, los más jóvenes buscan modificar aquello que se les ha heredado, aquello que han vivido en su crecimiento, aquello que no se ajusta a su sensibilidad y esto es lo que están haciendo muchos jóvenes en Venezuela.

En esta edición de jóvenes que transformarán Venezuela, traemos la historia de Roberto Patiño, un joven que desde que empezó su carrera universitaria ha participado activamente en los asuntos públicos y ha buscado soluciones para generar el tan anhelado cambio en el país que tantas generaciones han buscado.

A sus 25 años creó junto a Leandro Buzón el movimiento socio-cultural Caracas Mi Convive, para buscar soluciones al problema de la violencia en las zonas populares del Municipio Libertador de Caracas y 3 años después fundó Alimenta La Solidaridad, una de las redes de comedores mas grandes a nivel nacional con objetivo combatir la inseguridad alimentaria en Venezuela.

Comienzos

“Yo no tengo familia política, ni nadie cercano a ella. Mi acercamiento con la política ha tenido más que ver con la realidad que me ha tocado vivir como joven venezolano. Yo no tenía un plan de ser político, yo quería ser ingeniero y por eso comencé a estudiar en la Simón Bolívar”. En el 2006, Roberto Patiño comenzó a estudiar Ingeniería de Producción en la Universidad Simón Bolívar y a partir del 2007 comenzó su camino en la dirigencia estudiantil tras los ataques que recibieron los medios de comunicación ese año a raíz del cierre de RCTV.

En este recorrido fue electo como presidente de la Federación del Centro de Estudiantes, fue uno de los impulsores y coordinador de la organización social Voto Joven en el 2009 para promover la participación política en las elecciones parlamentarias de 2010. Esto le dio la oportunidad de viajar por muchas universidades del mundo para compartir su experiencia como líder estudiantil, pero sobre todo, a recorrer distintas comunidades del país, lo cual significó y le dio la visión de trabajo que actualmente tiene en sus organizaciones.

En el 2012, con la campaña presidencial de Henrique Capriles, Roberto coordinó a los jóvenes para incentivarlos a participar. Allí visitó más de 200 pueblos del país. Sin embargo esta experiencia lo marcó profundamente: “La desconfianza en la política era acentuada, la gente era muy escéptica cuando íbamos. Me preocupaba que en las visitas a pueblos tan distantes expresiones como ‘todo eso es mentira’, ‘ustedes no serán mentirosos ahorita porque son jóvenes, pero si siguen en política lo serán’, eran comunes”.

Y es allí, en estas experiencias en las comunidades, donde surgieron preguntas para darle sentido a lo que estaba sucediendo en el país: ¿Cómo un régimen autoritario tenía tanto apoyo en las comunidades? ¿Por qué los sectores populares votaban masivamente por Chávez? “Al hacerme esas preguntas, más que tomar una posición de juzgar, decidí acercarme a esas comunidades para entender, para escucharlos y ponerme en sus zapatos. De lo contrario actuaría con base a prejuicios. Allí fue cuando comencé a ir a La Vega por primera vez, en el sector El Petróleo y construí amistades”.

A raíz de este trabajo, junto a Leandro Buzón y otras experiencias cercanas a la violencia, decidió formalizar ese trabajo social a través de Caracas Mi Convive, para darle herramientas a la gente para que cambie su propio destino.

Lucha contra la violencia

En octubre de 2006, cuando Roberto tenía 17 años, su familia había sido víctima de la inseguridad, su hermana había sido secuestrada y años después su padre también pasaría por esta situación: “Esto me llevó a pensar que quería hacer algo mas, me pregunté por qué había jóvenes de mi edad, de mi ciudad, que hacían ese tipo de daño, ¿por qué ellos y no yo? ¿Qué nos diferenciaba?”

Estas preguntas continuaron tras su paso por la universidad. Inspirado por esto y las otras experiencias acumuladas en comunidades, en 2013 nace en Caracas Mi Convive. En esta primera etapa del proyecto buscaban trabajar con gente que, independientemente de su postura política, pudieran generar proyectos que mejoraran la calidad de convivencia entre los vecinos de cada zona, enfocado en la prevención y reducción de la violencia en el municipio Libertador de Caracas.

Para enfrentar la inseguridad, la organización realiza actividades y proyectos con tres propósitos principales: la atención a personas que han sido víctimas directas o indirectas de la violencia, la intervención de espacios donde se concentra la violencia y la generación de conocimiento y políticas públicas basadas en evidencia.

Ese mismo año inició una maestría de Políticas Públicas en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, donde se especializó en Seguridad Ciudadana. Su tesis de grado sobre la prevención de la violencia para Caracas calificó entre las 10 mejores del año 2015: “Mi tesis fue un plan de políticas públicas en seguridad para Caracas y toda la experiencia de Caracas Mi Convive y todos los proyectos que hemos hecho ahí han estado inspirados en todo lo que pude conocer haciendo esos estudios”.

Más recientemente, como respuesta a la ausencia de información oficial sobre homicidios en el país, la organización empezó el proyecto Monitor de Víctimas, una iniciativa dedicada a registrar diariamente las muertes violentas que ocurren en el país, cuyas investigaciones han expuesto los casos de muertes extrajudiciales ocasionados por los cuerpos de seguridad, específicamente el FAES.

Sin embargo, en una actividad de calle con la organización sucedió un episodio que marcaría el comienzo de otro camino.

La solidaridad

“En el 2016 en un cine de calle, en el marco de actividades de Convive en La Pastora, se me acercó una niña pequeña de 5 años, y me pidió algo de comer porque tenía mucha hambre y eso a mi me conmovió hasta los huesos”. A partir de allí se comenzaron a abrir espacios de conversación y empezaron a llegar historias de muchos padres y maestros que contaban cómo los niños se estaban desmayando de hambre en las escuelas.

En este sentido comenzaron esfuerzos para crear una iniciativa que cumpliera con la filosofía de trabajo de la organización de darle herramientas a la comunidad y que ayudara a aliviar la situación alimentaria de las familias y surgió la idea de desarrollar comedores populares donde la organización pusiera los ingredientes, pero la comunidad tendría que poner la infraestructura y el trabajo de cocinar, atender a los niños y velar por el buen funcionamiento del comedor: “Arrancamos con un primer comedor en la parte alta de La Vega, iba a ser un proyecto de 8 semanas, pero comenzamos a tocar puertas, publicar en redes, a impulsar y la solidaridad de multiplicó; y hoy, 5 años después, Alimenta La Solidaridad tiene presencia en 15 estados del país, 240 comedores y alimenta a 25.000 niños todos los días”.

A pesar de todo este trabajo, a finales del 2020 el chavismo congeló las cuentas de la organización, allanó las oficinas, confiscó algunos equipos y ordenó la captura de los fundadores de Mi Convive y Alimenta La Solidaridad: “La persecución fue una gran preocupación por lo que implicaba para mi familia. Que el SEBIN haya entrado a casa de mi mamá con armas largas me afectó mucho. Pero la contracara de eso fue el apoyo masivo que recibimos de la gente con la que trabajamos, eso es algo que me inspiró a seguir trabajando”.

Sobre el futuro

Luego de la persecución a fin de año, muchas de las medidas que tomó el régimen fueron anuladas y desde inicios de 2021, Roberto ha buscado profundizar aún más las raíces de la organización en las comunidades.

En lo que va de año, ha hecho más de 30 asambleas en las distintas comunidades en las que tiene presencia la organización para generar nuevos proyectos.

Se han abierto nuevos comedores en varias partes del país y se han seguido recuperando espacios en distintas zonas de Caracas. Sin embargo asegura que aún queda mucho por hacer: “Veo a Convive creciendo su alcance nacional, también veo profundizando las intervenciones, haciéndolas cada vez más sofisticadas. Hay un tema que me preocupa y que estamos innovando y es el tema de evitar que la juventud ande en malos pasos”.

Patiño es optimista con el futuro de Venezuela por lo que ve a nivel comunitario, por la calidad de gente que tiene el país y eso hace que haya buenas posibilidades para el futuro; pero a pesar de ello ve con preocupación que al corto plazo las heridas que hay hace que no haya una salida al conflicto y que se prolongue, “pero más que preocuparme, hay que pensar en ocuparse para destrancar esta situación”, dijo.

Con respecto a esta ocupación, el futuro de Roberto Patiño, en sus propias palabras, es seguir trabajando desde donde pueda estar para fortalecer a las comunidades para poder generar un cambio social. En este aspecto, señala que uno de los días más felices será cuando cierre el último comedor en el país, y no porque dejen de operar por razones represivas o por no poder seguir funcionando, sino porque ya no haga falta y cada familia, cada hogar, puede tener la capacidad de ir al supermercado y comprar su propia comida y ya nadie esté pasando por una situación de inseguridad alimentaria.

“Y llegado ese momento de cerrar el último comedor, queremos que esa organización comunitaria continúe y que cada comunidad se ocupe y tenga las herramientas para solucionar sus propios problemas sin depender de nadie, para así tener una Venezuela solidaria, productiva y democrática”.

Nota: el testimonio de Roberto Patiño utilizado para este trabajo fue obtenido mientras realizaba la entrega de los almuerzos diarios que el equipo de Sustento, proyecto de Alimenta La Solidaridad, hace a los trabajadores de la salud. 500 almuerzos diarios son repartidos en distintos hospitales de Caracas.

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