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Míguel Ángel Martínez Meucci es profesor de Estudios Políticos en la Universidad Austral de Chile. Se graduó como politólogo en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1999. Tiene un PhD en Conflictos Políticos y Pacificación de la Universidad Complutense de Madrid.

Es especialista en Teoría Política, Conflictos y Cambios Políticos (Revoluciones, Causas de Guerra, Transiciones). Ha seguido de cerca la evolución del conflicto venezolano, asesorando a la oposición venezolana en diversos momentos.

Para esta entrevista, conversamos con él sobre el COVID-19 a nivel global y su impacto en el conflicto político que vive Venezuela.

1)En primer lugar, hablemos de la respuesta que ha dado la humanidad a este desafío. Varios países hicieron caso omiso a las señales y no tomaron medidas tempranas por temor a los costos económicos y políticos. ¿Considera que estas decisiones políticas fueron válidas dado el contexto, o se debió primar la salud pública sobre la economía?

Por una parte, considero que es hasta cierto punto “normal” que algo inusual como una pandemia tome por sorpresa a las sociedades de nuestro tiempo; después de todo, lo normal es planificar en función de lo usual y no de lo inusual, priorizando lo estructural y no lo episódico.

Quien cuestione a los gobiernos por no haber previsto esto, quizás deba pensar también si él mismo estaba dispuesto a pagar un impuesto adicional para ello, o si hubiera aceptado que sus contribuciones no cubrieran asuntos más cotidianos como las pensiones.

Por otro, me parece un error contraponer salud pública y economía: la economía es la administración de recursos que siempre resultarán escasos en comparación con nuestras expectativas y necesidades crecientes. Lo que sucede ahora es que la economía debe atender un cambio abrupto en el orden de prioridades que parecía estar establecido.

Considerando lo anterior, lo cuestionable desde mi punto de vista no es el hecho de haber sido tomados por sorpresa o la preocupación por mantener la economía funcionando durante la crisis, sino la calidad de las políticas de emergencia durante la gestión de la misma, medidas estas en función de la capacidad de atender los problemas más urgentes al menor costo posible en términos generales.

2) Muchos gobiernos han restringido diversas libertades de las personas, como la libre circulación. A la larga ¿estas medidas terminarán alterando de forma negativa la relación entre el ciudadano y el Estado? ¿Cómo evitar que, en nombre de evitar una futura pandemia, se restrinja la libertad de los ciudadanos?

No en todos los países existe una conciencia generalizada del valor de las libertades personales. Ciertamente, al Estado compete la facultad de legislar de modo excepcional en situaciones de emergencia, pero una cosa es coordinar nuevos espacios e iniciativas para una acción conjunta Estado-Sociedad con el fin de atender la emergencia pandémica, y otra muy distinta es aprovechar la oportunidad para aumentar indefinidamente las cuotas de control estatal sobre las personas.

Estas tentaciones autoritarias sólo podrán ser refrenadas (allí donde no existan líderes comprometidos con la defensa de las libertades) por sociedades bien organizadas, determinadas a impedir colectivismos o estatismos potencialmente autoritarios.

3) Esta pandemia ha llegado en una época en el que la globalización liberal está en crisis, con líderes populistas anti inmigración y políticas proteccionistas, ¿El COVID-19 tendrá un impacto significativo en el fenómeno de la antiglobalización al largo plazo?

Imposible hacer predicciones. No obstante, preocupa la combinación de tendencias antiliberales, lo cual ciertamente se aprecia al desencadenarse la pandemia en medio de un mundo que viene registrando ascensos populistas, regímenes iliberales y numerosas reversiones autoritarias. A juzgar por lo que está a la vista, considero que el paradigma mismo de la globalización liberal comienza a sufrir a manos de retóricas populistas, colectivistas y autocráticas.

Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

4) Hablemos del papel de China, el virus se originó allí, pero también estos han liderado la contención de la enfermedad, prestando asistencia a una multitud de países. ¿La pandemia servirá para afianzar a China como líder global, en su pelea con Estados Unidos para ser el hegemón, o, por el contrario, terminará afectándolos?

China podría, en efecto, estar aprovechando esta crisis para dar pasos adelante en sus intentos de ampliar su influencia mundial. Pero sólo será un “ganador” en esta coyuntura si Occidente así se lo permite; esto es, si Occidente no es capaz de proporcionar una respuesta consciente, global y mínimamente concertada ante lo que estamos viviendo.

Dicha respuesta debería pasar, a mi juicio, por una mayor cooperación entre democracias, por respuestas respetuosas de las libertades, por la defensa y eventual coordinación de las iniciativas de la sociedades libres, y por un franco rechazo a los pasos dados por las autocracias para consolidarse en el poder y en el mundo.

Presidente de China, Xi Jinping

5) Esta crisis ha sido un verdadero reto para el liderazgo. Por un lado, hemos visto respuestas efectivas como la de Alemania o la de Corea del Sur, pero por otro lado hemos visto líderes irresponsables que han tratado de minimizar el impacto de la pandemia, como Brasil. ¿Piensa que esta crisis resulte en una merma de la ola populista, debido a que la población verá las consecuencias de elegir líderes populistas en vez de estadistas?

No creo que los ciudadanos realicen esa distinción en términos generales. Tampoco sé si la diferencia en sí misma es procedente. Más allá del carácter populista o no de los mandatarios, lo que importa es la calidad de la respuesta ante la pandemia. Y aunque, por lo general, los gobiernos populistas son más irresponsables, no necesariamente existe una causalidad directa entre populismo y respuesta ineficaz a la pandemia.

6) Ahora, hablando de Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro ha aplicado medidas muy estrictas, entre ellas una cuarentena colectiva. ¿Cómo juzga usted la respuesta que han tenido para contener el COVID-19?

Considerando el terrible estado de los sistemas sanitarios en Venezuela, donde los hospitales están en el suelo, muchos médicos han emigrado y la ausencia de servicios básicos es una constante, uno pudiera argumentar que la única respuesta eficaz era la aplicación de una cuarentena estricta. Pero eso sería sólo una parte de la verdad.

La otra parte es que el país aún no termina de salir claramente de un larguísimo ciclo hiperinflacionario, la moneda nacional se ha pulverizado y la producción petrolera y de combustibles está en el piso, con lo cual la gente está en pésimas condiciones para soportar una cuarentena. Sencillamente se ha hecho muy difícil acceder a bienes básicos y a unas condiciones de higiene mínima.

Altos funcionarios del régimen chavista.

Y esto nos lleva al meollo del asunto: a un régimen de vocación totalitaria le viene de perlas mantener a la gente encerrada en sus casas, ausente de los espacios públicos e incapacitada para desarrollar sus iniciativas personales.

Le permite, además, alimentar la narrativa nacional e internacional en contra de las sanciones que se le vienen aplicando desde el exterior, asegurando falazmente que la crisis se debe a dichas sanciones y no a la desastrosa gestión pública de la revolución. De modo que, si vemos todo el panorama, mal podría decirse que la respuesta del régimen está pensada para favorecer a la población.

7) Expertos económicos apuntan a que se producirá una privatización de la distribución de gasolina en el país. ¿Qué efectos políticos tendría esto para un chavismo que siempre se ha cuidado del “fantasma del Caracazo”? ¿Podría, junto a un posible desobedecimiento de la cuarentena por el brutal efecto que ha tenido en el sustento de las familias, producir una reacción que conlleve al cambio político?

Por un lado, es necesario decir que el mercado, tan vilipendiado en cierto tipo de discursos políticos, no es más que el resultado de la interacción de millones de personas libres. Ante un régimen que impone una infinita cantidad de alcabalas y controles que sólo sirven para controlar y extorsionar al ciudadano común, la respuesta lógica y natural de las personas sólo puede ser la generación de mercados negros. Está claro que ésta no es una situación deseable, pero obedece a la naturaleza de las cosas.

Por otro lado, un cambio de régimen político no es algo que sobreviene como resultado de causas claras; sólo el tiempo nos permite verlo así. No hay causalidad directa en los grandes procesos sociales, sino interacción de múltiples variables entrecruzadas y de millones de voluntades libres.

De modo que no se puede decir que desobedecer la cuarentena conduce a un cambio político. Puede decirse, en cambio, que dicha desobediencia tiene un efecto negativo en la autoridad de facto que ejerce el régimen, y que esto, sin duda, no le ayuda a ejercer su dominio. Dicho factor, aunado a otros, ciertamente podría tener consecuencias importantes de cara a la estabilidad del régimen, la cual ya viene siendo afectada por múltiples factores.

“Si vemos todo el panorama, mal podría decirse que la respuesta del régimen está pensada para favorecer a la población”

8) El apoyo de la comunidad internacional ha sido clave para buscar una salida a la crisis venezolana. Ahora, estos países que se enfrentan internamente a la pandemia del COVID-19, ¿Continuarán brindando el mismo apoyo o puede tener modificaciones?

Creo que la mayor parte de los países estarán ahora más preocupados de resolver asuntos internos, y que la cuestión venezolana pierde enteros en la lista de prioridades de muchos gobiernos. La excepción quizás siga siendo EE.UU, cuyo peso específico y recursos le permite mantener su agenda de política exterior a pesar de las coyunturas cambiantes.

No obstante, eso puede cambiar en la medida en que Venezuela sea percibida como un foco de creciente inestabilidad regional, en esta ocasión relacionada con la pandemia. Ahora bien, todo sumado, creo que la tendencia general será a prestar algo menos de atención a Venezuela.

9) Sabemos la posición de Estados Unidos. Ahora, ¿cómo evalúa la posición de Rusia y China ante las recientes medidas de la administración americana sobre Venezuela?

Como países gobernados por regímenes autocráticos que han encontrado en Venezuela la oportunidad clara de realizar operaciones y aumentar su influencia en Iberoamérica y el Caribe, ni Rusia ni China están interesadas en un cambio de régimen en este país. Por ende, no pondrán nada de su parte para que dicho objetivo (que sí es importante para Washington) se consume. Y hay que decir que ambos países, ciertamente, ejercen un peso importante para impedir la caída del régimen.

“China sólo será un ‘ganador’ en esta coyuntura si Occidente así se lo permite”

10) En este punto, ¿qué se necesitaría para tener una negociación efectiva en Venezuela? ¿Cuáles son los actores clave de esta? ¿La emergencia por el COVID-19 podría servir de incentivo suficiente para que el chavismo ceda en una negociación?

Es difícil negociar con un actor político al que no le importa su gente. A menudo se da el caso de conflictos políticos (incluso muy encarnizados) en los que, por más violencia que se desarrolle, los líderes de ambos bandos luchan para conseguir lo que consideran como mejor para su gente. Pero ¿cómo se hace cuando un grupo político ha demostrado de todas las formas posibles que no le importa ver a su propia gente (a todos, no sólo a sus opositores) caer en profunda desgracia?

“¿Cómo negociar con líderes que humillan sistemáticamente a su propia gente y cuyos actos responden en su totalidad al objetivo de permanecer indefinidamente en control del Estado?”

Frente a este tipo de actores políticos no me parece factible establecer un plan de negociaciones que necesariamente pase por el despertar de las conciencias de este tipo de individuos, sobre todo cuando el entramado de relaciones de poder dentro del régimen se ha convertido ya en una densa madeja de intereses que exceden lo político e incurren ya directamente en lo delictivo. En este tipo de casos, lamentablemente, me parece que sin un incremento de la fuerza empleada las posibilidades de una negociación efectiva se mantienen cerradas.

11) En el mismo ámbito de la negociación, ¿cómo evalúa el Marco para la transición propuesto por el Secretario Pompeo? ¿Es viable? ¿El papel de la FANB es el primordial?

Está claro que el papel de la FANB es primordial. Con respecto a la viabilidad del Marco para la Transición Democrática que proponen los EE.UU, creo que mi punto de vista está hasta cierto punto implícito en la respuesta anterior. Dicho marco será efectivo en la medida en que verdaderamente logre combinar efectivos positivos y negativos apropiados, dirigidos a quien realmente debe dirigirse. No dudo que ese es el objetivo, pero no estoy seguro de que los incentivos sean los apropiados.

Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo.

12) La cuarentena del Covid-19 ha cambiado el escenario político en el país. Si hoy lo llamase el presidente Guaidó y le pidiese un consejo. ¿Qué le recomendaría para retomar la agenda de cambio político y seguir avanzando en el proceso de transición?

Los actores políticos conocen muchas cosas que los profesores y estudiosos de la política desconocemos. Antes de darle un consejo al presidente Guaidó creo que, más bien, le haría muchas preguntas.

Aparte de lo ya dicho en las respuestas anteriores, creo que quizás sólo le diría algo muy obvio, y quizás por eso innecesario: muchas personas hablan del cambio, pero quienes realmente lo quieren (y por ende están dispuestos a trabajar por él) también lo buscan. Una nueva etapa necesariamente ha de lucir de un modo distinto a lo que ya hay.

Presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó

13) ¿En qué momento estamos de la transición venezolana?

Sólo en el futuro podremos saber a ciencia cierta si ahora mismo estamos en una transición. Pero, para que así podamos afirmarlo dentro de unos años, el momento actual deberá haber sido uno de definiciones, una coyuntura en la cual supimos no aflojar, sino ser más claros y más eficaces al presionar donde hay que presionar, y al hablar con quien realmente hay que hablar, y al hablar de un modo distinto.

14) Por último, ¿es usted optimista?

Churchill decía que no era muy útil ser otra cosa. Pero, para algunos, Churchill estaba medio loco.

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